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El tigre que comía perros



El Chonco y el San Cristóbal son dos colosos hermanos que pertenecen a la gran familia de los Marrabios.

La mano de Dios no sólo se demuestra en las cosas animadas, que hace a un hermano mejor, tipo que el otro; a un vegetal, más frondoso, de forma estética, mientras el otro luce sus ramas coyundosas y torcidas.

Así también el Gran Hacedor del universo se fijó en las cosas inanimadas, y aquí tenemos la prueba en estos dos gigantes de piedra.

Mientras el San Cristóbal se yergue cono perfecto mayestático e imponente que vive en sus milenios saturado de la sempiterna música de sus graves y erectos pinos, el Chonco es apenas una mole sin configuración geométrica alguna.

Da la idea de que Dios al formarlo lo estrujó entre sus manos, para que el San Cristóbal en su majestuosidad e imponencia no tuviera rival.

La mano de Dios marcó tanto sus dedos en la masa granítica del Chonco, que dejó señas indelebles.

Señas que son profundas cañadas que crispan el cuerpo, que dan vértigo y dan horror.

Y en esas enormes aberturas cubiertas de tupida y rara vegetación viven a su entera libertad manadas de tigres, mañosos y cebados como sus hermanos del encantado Cosigüina.
 
 
Leyendas recogidas de http://www.manfut.org/leyendas/leon.html

1 comentario:

  1. donde puedo encontrar el libro el chubasco de otto smitch

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