Intervenciones de Norteamérica en Nicaragua…


El Caribe fue la región donde se concentraron las intervenciones armadas norteamericanas. En 1901 tuvo lugar la primera agresión del siglo contra Nicaragua y en 1903 como lo hemos visto, en Panamá. El canal abriría una nueva vía al Manifest Destinity.

En 1905, "respondiendo al llamado" de diversos personajes de la oligarquía dominicana, el futuro premio Nóbel Teddy Roosevelt instaló con la ayuda de sus marines, a recaudadores de impuestos yanquis en las aduanas de Santo Domingo. La presencia de tan diligentes expertos duró cuatro años.

Por su parte, el secretario de estado Elihu Root había señalado en esos años que las intervenciones tendrían lugar "cada vez que estuvieran en peligro los capitales norteamericanos".(30)

Un nuevo desembarco de marines en 1916 mantendría a la República Dominicana bajo la bota yanqui hasta 1924.

En Nicaragua, José Santos Zelaya del partido liberal, era presidente desde 1893. Había logrado desembarazarse de los ingleses en la costa atlántica y trató de interesar a los japoneses para que construyeran un canal interoceánico. Los EEUU consideraron esta actitud como una afrenta y armaron a los conservadores que se sublevaron contra Zelaya desembarcando en Bluefields. Este renunció al igual que su sucesor, José Madriz. La presidencia recayó entonces en Adolfo Díaz, un ex empleado de la compañía minera yanqui Fletcher.

Sin embargo, una revuelta dirigida por los liberales estalló en 1912 y el presidente Taft envió con toda presteza a 1 700 marines para proteger al presidente Díaz. Las tropas yanquis permanecerán en Nicaragua hasta 1925.

Al mismo tiempo EEUU le imponía a este país el Tratado Bryan-Chamorro (5 de agosto de 1914), mediante el cual adquirían el derecho a establecer una base naval en el golfo de Fonseca y la cesión de diversas islas e islotes durante 99 años.

El Salvador fue invadido en 1921 y Honduras en 1924. La injerencia yanqui llegó a tal punto, que la designación de un presidente hondureño se llevó a cabo en esos años a bordo del acorazado norteamericano "Tacoma". (En 1989, cuando Panamá fue invadido por las tropas de Bush, el "presidente" Endara, prestará juramento en la base yanqui de Fort Gulick, en la zona del canal.)

En Guatemala, la compañía frutera yanqui United Fruit -- uno de cuyos propietarios era Foster Dulles, secretario de estado y hermano de Allen, el jefe de la C.I.A. -- reinaba en la región desde comienzos de siglo. Teniendo la influencia y los medios casi como un estado, la compañía había firmado con el dictador guatemalteco Estrada Cabrera un primer contrato en 1901. El tirano Estrada será inmortalizado años después por Miguel Angel Asturias en su famosa novela "El señor Presidente".

Al final de la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos había comenzado a desplazar totalmente a las potencias europeas de América Latina, principalmente a Gran Bretaña, pero también a Alemania y Francia. Dos autores brasileños (Cardoso y Faletto) señalan que durante este

período: "La presencia norteamericana se extendió rápidamente... Los países de la costa del Pacífico fueron incorporados a la economía de EEUU y aquellos de la costa atlántica, como Brasil, Uruguay y Argentina, también cayeron bajo su influencia".(31)

Desde fines de los años veinte los capitales norteamericanos ejercieron en la región una indiscutible predominancia.

La presencia de los capitales yanquis tenía su corolario en una política imperialista que se manifestó muchas veces a lo largo de esos años. Las intervenciones de la segunda década de este siglo en México constituyen un ejemplo.



En agosto de 1925 los marines abandonaron el país después de trece años de ocupación. Dos meses más tarde Emiliano Chamorro derrocaba al presidente Carlos Solorzano, pero debió entregar el poder al ex presidente Adolfo Díaz -- empleado de una compañía minera yanqui y hombre de confianza de Washington -- quien pudo así volver a ocupar la presidencia.

En diciembre de 1926, el vicepresidente Juan Bautista Sacasa encabezó una fuerza destinada a restablecer la legalidad. Pero el almirante yanqui Latimer desembarcó con 2 000 soldados desarmando a los beligerantes y obligándolos a firmar la paz. Uno de los jefes liberales, Augusto César Sandino rehusó someterse, refugiándose con sus tropas en las montañas del norte del país.

Un año después, en diciembre de 1927, el presidente de EEUU Calvin Coolidge en su mensaje anual, explicaba que la intervención norteamericana se justificaba porque, "Hoy en día hay grandes inversiones en los aserraderos, la minería, las plantaciones de café y bananas, el cabotaje y diversos negocios mercantiles y colaterales... No hay duda que de continuar esta revolución, las inversiones norteamericanas y sus intereses financieros se hubieran visto seriamente afectados...".(35)

Sandino y su "pequeño ejército loco" resistirá victoriosamente frente a las tropas de ocupación durante seis años, las que bombardeaban y saqueaban pueblos y aldeas.

El "general de los hombres libres" transformó el combate por el restablecimiento de la legalidad pisoteada, en una guerra de liberación nacional contra el ocupante extranjero: "Lucho para expulsar de mi patria al invasor...La única manera de poner fin a esta guerra es que las fuerzas que han invadido el suelo nacional se retiren inmediatamente..."(36)

Ante la imposiblidad de una victoria militar, EEUU buscó un acuerdo político. Sacasa fue designado presidente como pedía Sandino y los marines se retiraron de Nicaragua en enero de 1933.

Pero el verdadero hombre fuerte del país era el jefe de la Guardia Nacional Anastasio Somoza, jugador de póker, falsificador de billetes y fiel guardián de los intereses yanquis.

Fue Somoza quien organizó el 21 de febrero de 1934 el secuestro y asesinato de Sandino. Ese crimen le abrió las puertas para asumir en 1936 la totalidad del poder.

Devoto gendarme de los norteamericanos, su gobierno fue una sucesión de abyecciones, crímenes y corrupción. En 1956 fue acribillado a balazos por el poeta Rigoberto Pérez.

Franklin D. Roosevelt había dicho de Somoza, el hombre de Estados Unidos: "Somoza may be a son of bitch, but he's our son a bitch".



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El 19 de julio de 1979 las tropas del F.S.L.N. entraban en Managua liberada. Dos días antes, Anastasio Somoza Debayle, heredero de una dinastía fundada por su padre en 1936, se había fugado.

El gobierno sandinista se encontró ante la enorme tarea de tener que reconstruir un país devastado. Aplicó la reforma agraria, distribuyó la tierra, desarrolló una gran campaña de alfabetización, combatiendo desde el primer día contra los ex guardias somocistas que se concentraban en la frontera hondureña.

Reagan, quien durante la carrera a la presidencia había denunciado a los sandinistas como agentes de Moscú, desató una gigantesca campaña internacional acusando al gobierno de Managua de querer apoderarse de toda América Central.

La invasión silenciosa de Nicaragua comenzó a inicios de los años ochenta. Reagan prohibió los créditos, alentó a los partidos de oposición a la vez que los financiaba, mientras armaba a los "contras" en Honduras.

En la campaña de prensa desatada, la administración Reagan ponía énfasis en el "sobre armamento" sandinista, que desestabilizaba decía Reagan, a los gobiernos "libres" de la región.

El "Irangate" demostró la intervención yanqui en Nicaragua como proveedor de fondos y de armas de los "contras", quienes utilizaban el territorio de Honduras como base principal de operaciones.

Nicaragua se desangró con la guerra decidida por Reagan, guerra llevada a cabo por "contras" interpuestos. Y el gobierno de EEUU fue condenado por la Corte Internacional de Justicia por su participación en actos terroristas tales como el minaje del puerto nicaragüense de Corinto, pero los ardientes defensores de la libertad en todas partes del mundo, es decir la mayoría de la prensa "libre" de los países occidentales no se sintó concernida.

En esta "cintura de América" como la llamó Pablo Neruda, se jugó en los años ochenta la dignidad de América Latina. Carlos Fuentes, el famoso escritor mexicano lo decía a su manera en una manifestación de apoyo a Nicaragua en México: "La guerra del tiempo, la guerra que nos concierne a todos, es llevada a cabo en estos momentos por los nicaragüenses en nombre de todos. La guerra contra Nicaragua se viste de pretextos ideológicos. Los que quieren restaurar o crear la democracia son aquellos que durante un siglo y medio no se han preocupado nada más que de sus privilegios. Se exige de Nicaragua que sea lo que ninguna nación de América Latina puede ser: una democracia como Estados Unidos, cosa que jamás se le pidió a Somoza y que no se le pedirá a los contras en el poder".

La guerra de "baja intensidad", los atentados, la violencia generalizada, la muerte de jóvenes reclutas asesinados en emboscadas tendidas por los contras, terminaron por cansar a una parte de la población. En 1990, el gobierno sandinista -- descrito como un régimen totalitario -- perdió las elecciones. La candidata de la oposición unida Violeta Chamorro, obtuvo la victoria en un país devastado por años de guerra.


Textos rescatados de un artículo de Javier Peña relacionado con las intervenciones americanas sobre el América latina, rescatado de http://www.vho.org/aaargh/espa/garaudy/intervenciones.html

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